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Ensayo fotográfico / Serie de 391 fotografías digitales JPG de 1000 por 1000 píxeles. Color. 72 ppp. Registro con iPhone 4S de una misma esquina cóncava en la calle San Dimas, Madrid. Distintas fechas comprendidas entre el 29 de agosto del 2013 y el 1 de julio del 2015

Presente en el Pabellón de España en la XVI Biennale di architettura di Venezia 2018


Durante el tiempo que residí en la Calle de San Dimas de Madrid adquirí la costumbre de fotografiar una pequeña esquina cóncava situada un poco más arriba de mi portal. La peculiaridad de esta esquina reside primero, como ya he dicho, en que es cóncava. Las esquinas de los espacio públicos acostumbran a ser convexas y los rincones domésticos cóncavos. Aquí sin embargo, en un somero recodo de la calle aparecía esta concavidad. Segundo, y esto es lo que mantuvo activo mi perseverante registro, la concavidad disfrutaba de una marcada actividad, siempre era cambiante. No sé bien por quién ya que nunca sorprendí a nadie en el acto, este reducido espacio era empleado para abandonar objetos de muy distinta índole de los que los propietarios habían decidido desprenderse. Los objetos aparecían una mañana en una disposición concreta. Por la tarde cuando yo volvía a pasar, la composición había cambiado ligeramente. Se añadían elementos o había modificaciones en los objetos de la mañana, huellas de que algún interesado había fisgoneado entre los desechos. A los pocos días el servicio de limpieza correspondiente haría su trabajo. Eso, si antes no desaparecían uno o varios elementos debido aparentemente a que el interesado que curioseó por la tarde se atrevió por la noche a hacerse con lo que quería.
El resultado fue un sistema “participativo” de variaciones de composiciones con trastos, cachivaches, basura y chismes de diversa procedencia que eran abandonados a su suerte. Por mencionar unos tantos, las composiciones estaban conformadas por microondas, impresoras, jaulas para pájaros, sillones, sillas, aparadores, colchones, televisores, inodoros, sacos de cemento, puertas, espejos. Cuando me mudé de la buhardilla de la Calle de San Dimas, llevé a cabo mi única intervención objetual en la esquina abandonando enrollada una gran alfombra azul que provenía de hecho de mi cuarto de pequeño. Con la perseverancia del registro, lo único inmutable que veía en aquella esquina era la intersección de aquellos tres planos. El espacio que marcaban era un reducto isótropo, disponible, y al margen del entorno. Comencé a pensar un paralelismo entre aquella concavidad y el origen del sistema de coordenadas, es decir la intersección de los ejes X, Y y Z. En todo caso, durante todo el tiempo que duró el registro yo sentía que estaba jugando a un “Busca las diferencias” y esa es mi invitación para quien lea esto.
Pieza en vídeo
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